viernes, junio 29, 2012

Sin.


No sintonizo contigo, la burla del chico de al lado me incomoda.
No sintonizo contigo, tu sabor y mi aroma se pelean, la señora del tranvía se ríe.
Mis manos y tus pies están fríos. Me acurruco a tu pecho y no sintonizo.
No escucho tu latido, mis labios no atinan a decirte. No sintonizo contigo, te amo pero no te quiero.
La luz de la ventana descubre tu apatía, no sintonizo contigo, me tomas de la mano y me sueltas la imaginación.

Yo te invito y tú te sientas, la segunda estación ya está a la vista. No sintonizo contigo, tú me quieres, yo no digo.


jueves, junio 14, 2012

Un momento nada más..



Un momento en que la emoción sube a la garganta y asfixia, un momento en que la palabra se adueña de ti y tu cerebro no sabe nada solo escribe porque el corazón así lo dicta.
Un momento en que la ingenuidad te aborda, un momento en que crees posible lo que no está escrito, un momento para idear un guión con final feliz o no, pero con desenlace digno de contarse.
Un momento para tumbarte boca abajo sin sentirte derrotado, un momento para irte y volver al instante.
Un momento para no aspirar nada porque todo lo presente te complace, un momento para mentirte y creerlo…
Un momento para susurrar y después gritar lo contrario.
Un momento para desistir de ser lo que tu canon te dicta, un momento para reírte por el temblor de tu mano expectante que sueña con crear buenas frases.
Un momento para dudar de que estés presente. Un momento para no pensar y centrarte en el vacío de tu estomago agazapado.
Un momento, un solo momento para pensar en ti, en tu palabra, en tu recóndito deseo de escribir la más bella historia que acredite la estancia de la mortalidad.
Un momento para desfallecer por la explosión interna de lo que quiso ser grande atado al cielo, porque el suelo lo escupió.
Un momento para llorar por lo que quisiste crear y quedo en boceto.
Un momento para respirar la canción de la radio, un momento para morderte la lengua y sangrar por dentro.
Un momento para entregarte al orgasmo diseñado desde hace tiempo.
Un momento para trabar el aplauso, ese aplauso que no hará más grande el momento de mi intimidad.









martes, junio 12, 2012

Carolina


Carolina y yo se puede decir que somos amigas, pero de ese tipo de amigas que a veces están muy cercas, y a veces muy lejos. Mi relación con Carolina ha tenido muchos matices, tantos que inclusive podría inventar nuevos colores.
   La conocí hace tiempo, cuando mis dudas y temores aún no me aturdían tanto como ahora. En ese entonces yo aprehendía muy rápido a las personas, para después culparlas por mis decepciones. Ella estaba ahí entre la algarabía de un mundo nuevo que estaba conociendo, o más bien dicho  comiéndome  a mordidas. Yo, como una persona ambigua, me sorprendí ,porque de repente sucede que conoces a alguien y te cae bien de la nada; para después caerte mal por todo.
     En ocasiones creo conocerla, pero en otras no tengo definición alguna para describirla. Es como un libro que crees haber comprendido y cuando con más confianza lo tratas y hablas de él, te das cuenta que no lo entiendes en verdad, entonces actúas cauteloso, hablas poco y cambias de actitud y más que acercarte te sientes lejano.
     Carolina es, podría decirse, independiente, de carácter muy muy fuerte, tenaz y sencilla. Yo  la admiro porque sigue en pie, disfrutando y luchando. Ella tiene en su haber esa forma de ver la vida que facilita el enfrentamiento con los malos momentos.
     A veces pienso que es una fábula donde se puede encontrar una moraleja acertada o un enfrentamiento contigo. Tiene un humor ácido y una simpatía que a veces se me olvida recordar.
     Es una para el mundo y otra para mí. A veces la veo a distancia, conviviendo con sus amigos, hablando, riendo, y cuestiono que esa persona sea la misma en la que tengo depositado tanto cariño.

     Hasta aquí siento haber escrito muchos yo, pero es lo que ella hace;  que hable de mí en todo momento. El conocerla me trajo entre otras cosas, estar consciente de mí, un tanto por la libertad que me da hablar con ella, otro tanto por la esclavitud que a veces redituan mis palabras. Y si bien este fragmento es para hablar de mi amiga Carolina, es mi visión lo que la describe, no tanto su forma de ser.
Mi mente dividida puede llegar a tener varios conceptos sobre Carolina, pero uno es el que perdura, el de la gratitud salpicada de melancolía.
     Los días en que la paz nos aborda, disfruto de pláticas extensas donde aprendo más que de ella, de mí, y creo que es eso lo más difícil de encontrar en las amistades. Aprender de otra persona es sencillo cuando la quieres y respetas. Aprender de ti partiendo de la compañía de otros es tan difícil como mostrar tu interior a un desconocido, que sin hablar te guía en el camino a los pensamientos que son necesarios erradicar para ser más libre o menos carcelero, depende del optimismo con el que se hable.  Y lo mejor de todo es que lo hace sin darse cuenta.

    Discutir con ella es como subirse a una montaña rusa, donde uno pone el acelerador y ella lo frena con una diplomacia que molesta, indigesta. Y cuando mas peleamos es cuando más detesto esa diplomacia, esa cordura que me priva de perder la mía.

    Sé que este fragmento puede decir poco sobre Carolina, pero como pronto será su cumpleaños, vi una buena justificación para hablar de mi amiga, ella que le gusta inventar comidas y criticar mi  casi nula apertura a comer cosas nuevas.
   Es para ella que pronto cumplirá otro año riéndose de la vida o al menos eso es lo que veo desde mi pecera.

sábado, junio 09, 2012

Ezequiel y yo-


Desate tu camisa con cuidado, esperando no alterar la perfección del momento, suspire y después reí.
Tú, callado, observaste con firmeza mis movimientos, mi mano me traicionaba, con su temblor delato el tornado de emociones que mi cuerpo contenía. La habitación cuyo color no recuerdo por estar fija en tus ojos, era fría, pequeña para guardar todo mi amor por ti. El cuadro que te regale la noche donde confesé todas mis manías me parecía ya viejo, acaparaba las muchas noches donde tu timidez y mi sinrazón se peleaban sin tregua.

     Termine de desabrochar el ultimo botón negro de tu camisa gris, tu volteaste los ojos al techo y la dejaste deslizarse sobre tu espalda, esa espalda ancha, lisa y blanca que tanto perturbaba a mi cuerpo. Intentaste desabrochar mi blusa, pero como siempre, tus manos sudorosas te traicionaron y con una mirada de compañerismo me diste la pauta para que yo lo hiciera.. Me acerque a la ventana, la lluvia azotaba los cristales, convirtiendo el silencio en una orquesta. No sé qué fue primero, si el beso en la espalda que me diste o mi lágrima en la mejilla.
-                              
                            --  ¡Vamos, no llores!, recitaste al tiempo que me cargas llevándome a la cama.-

   Intente cumplir nuestro pacto, no llore el resto de la noche. Tú cumpliste el tuyo, dejando en mi cuerpo huella de tu existencia. Cada recoveco de mi anatomía olía a ti. Esa era la mejor prueba de que era real.
-                       
                        -- ¿Y si después de esta noche, mi memoria ya no almacena más recuerdos?- le dije a Ezequiel al tiempo que me aferraba a su cuerpo desnudo.
-                    -- ¡Claro que no!- dijo en tono amenazante mirándome a los ojos. -Tú debes ver más allá de mis pies dispares, recuerda, el amor siempre está, siempre es el mismo, sólo cambia un poco el olor, pero en esencia es el mismo amor. Eres tú, decidida a brincar al abismo con quien te lleve de la mano, es tu sonrisa que desencadena tantos pecados, el amor eres tú, yo sólo soy quien lo recibe.-  recitó en una forma convincente.
  
Cuanto terminó de hablar yo no sabía que decir, lo único que pude hacer fue entrelazar mis pies a los suyos y dormir, dormir pesadamente hasta que la luz del día me confirmara el final de nuestra travesía.

           Desperté como me temía, sola. Una nota sobre el cuadro que le regale decía: -

  -Sabes que te amo Natalia, te amo porque me amaste tú primero, que rompí todas las reglas porque decías que eran inventadas por señores aburridos y depresivos. Qué aprendí a tocarte porque no sabía cómo era el amor. Pero ahora te tengo que dejar, no por falta de amor, sino por cuestiones terrenales que nuestra comunión de almas no puede entender. Te dejó, más no te olvido, nuestro pacto se ha cumplido. Nos amamos lo que pudimos y en el éxtasis de nuestro viaje me despido.-

        Me levante de la cama, limpiando la última lágrima que me estaba permitida derramar, una vez saliendo de la habitación, no podía hacerlo, nuestro pacto así lo estipulaba.

     Con la mañana nublada a mis espaldas, salí del cuarto, desde ahora nada de esto había existido, no al menos más allá de mi cuerpo.


a distancia el amor se percibe armonioso....